Existen numerosas evidencias que indican que los primeros procesos de domesticación de la vid cultivada tuvieron lugar en el sur del Cáucaso, región donde actualmente encontramos los países de Armenia, Georgia y Azerbaiyan. Esto ha derivado en que en esta región se encuentren un gran número vides silvestres y cultivadas, con una diversidad genética muy superior a la que se puede encontrar en otras regiones vitícolas del mundo. Esta diversidad puede ser una fuente de variabilidad muy importante para la mejora de caracteres de interés vitícola, incluyendo parámetros de calidad del fruto y del vino, y de tolerancia a ciertas plagas y enfermedades. Sin embargo, muchas de estas vides locales no han sido debidamente identificadas, y la gran mayoría carecen de una caracterización agronómica sistemática, lo que dificulta su empleo a la hora de afrontar los retos vitícolas actuales.
En este sentido, los investigadores David Gramaje (del grupo de investigación Biovitis), Javier Tello, y Anna Nebish (ambos del grupo de investigación Vitigen) han realizado una expedición a Armenia y a Georgia para conocer la realidad vitícola de los dos países. Entre otras actividades, los investigadores llevaron a cabo la recogida de material vegetal de variedades de vid autóctonas para su identificación mediante marcadores moleculares y posterior evaluación de su diversidad genética. Igualmente, los investigadores evaluaron el estado sanitario de vides cultivadas en distintas regiones vitícolas de ambos países, con el fin de caracterizar las patologías prevalentes en el cultivo, e identificar a largo plazo variedades resistentes a enfermedades criptogámicas como las enfermedades fúngicas de la madera. Además, los tres investigadores tuvieron la oportunidad de dar a conocer las líneas del trabajo del ICVV a los representantes de la división de la FAO en Georgia, donde pudieron discutir sobre los intereses y retos actuales del sector vitivinícola georgiano con vistas a futuras colaboraciones entre ambas instituciones.
Parte de este trabajo ha sido financiado por el Programa CSIC de Cooperación Científica para el Desarrollo i-COOP+, a través de su convocatoria 2020 (Proyecto: COOPB20562; “Exploring neglected grapevine genetic resources to increase viticulture sustainability”), así como por una Acción Marie Skłodowska-Curie MSCA IF, financiada por el Programa Horizon 2020 de la UE (Proyecto: 896290 GRAPEINNOVATION; “Multidisciplinary study of different sources and mechanisms of seedlessness in grapevine for targeting breeding and innovations in table cultivars”).